Valle de Ordesa y Monte Perdido, Huesca
Por fin nos decidimos a explorar tierras oscenses, viajando unos días hacia el Valle de Ordesa y Monte Perdido desde Madrid, a unos 500 kilómetros de distancia. De camino, pasando Zaragoza, y muy cerca de Huesca hemos parado en el pueblo de Bolea asentado sobre un promontorio en las faldas del Pico Gratal y la sierra de Caballera para conocer la colegiata de Santa Maria la Mayor.
El edificio declarado Monumento Nacional, data del siglo XVI y pertenece al estilo gótico tardío. Destaca el retablo del altar mayor, considerado obra maestra del renacimiento español con una preciosas pinturas. La entrada cuesta 2,50 euros. Bolea ofrece ejemplos de arquitectura popular propia de la zona. Además en el mes de junio se celebra la popular feria de la cereza que tiñe de rojo la plaza Mayor del pueblo. A pocos unos 10 kilómetros, cerca de la localidad de Aniés, pasamos por la ermita rupestre de la Virgen de la Peña, un santuario de gran devoción en la zona, ubicada en la cara norte de la Sierra Caballera, suspendida en un peñón. No llegamos a subir, pero se accede a través de unas escaleras escaladas en la roca tras una caminata de unos 3 kilómetros. Continuamos hacia el espléndido Castillo de Loarre, considerada la fortaleza románica mejor conservada de Europa, y escenario del rodaje de la película “El Reino de los Cielos”de Ridley Scott. Se asienta sobre un promontorio de roca caliza y se construyó en el siglo XI a petición del rey Sancho III el Mayor de Navarra con objetivos militares de protección de la zona. Se puede visitar todos los días y el precio de la entrada es de 8 euros, aunque hay opciones de entrada conjunta con la colegiata de Bolea. La fortaleza posee una imponente doble muralla que lo rodea y once torreones cilíndricos. La planta del castillo es irregular; en su interior se encuentra la iglesia de Santa María, de estilo románico del siglo XII donde destacan los capiteles decorados. Las vistas desde su interior son impresionantes, y se pueden apreciar los pueblos de Loarre, Bolea, y toda la llanura de la Hoya de Huesca. Tomamos rumbo al norte hacia Sarvisé donde nos alojamos durante los días que estuvimos en la zona, en Hotel Casa Frauca, un establecimiento sencillo, pero muy bien acondicionado, con una excelente ubicación, un buen servicio y una comida regional deliciosa. El pueblo está situado en el Valle de Broto, a sólo 10 kilómetros del Parque Nacional de Ordesa. Es un lugar tranquilo y pintoresco rodeado de montañas cuya actividad principal se centra en el cultivo, la cría de ganado y el turismo rural. Son muy famosos sus paseos a caballo, con rutas muy recomendables, a buen precio. El paseo de 50 minutos cuesta unos 15 euros y es apto para todos los públicos. De camino, a las puertas del parque nacional pasamos por la localidad de Broto, un precioso pueblo pirenaico atravesado por el río Ara. Aparcando el coche y a 5 minutos caminando por un sendero acondicionado descubrimos la Cascada de Sorrosal, un salto de agua de origen glacial impresionante de varias decenas de metros donde el agua ha excavado pozas de agua azul turquesa. Desde Broto, a un kilómetro de distancia, se puede subir, bien caminando o en coche al típico pueblo de Oto. Un paraje de arquitectura pirenaica empedrada en un entorno natural idílico. Vale la pena callejear por sus calles para descubrir rincones muy peculiares. Al día siguiente tomamos rumbo al Parque Nacional de Ordesa. Se accede a través de Torla-Ordesa, pueblo característico por su estampa de la torre de la iglesia parroquial de San Salvador, del siglo XVI, con el gran murallón del macizo de Mondarruego. El Parque Nacional de Ordesa es patrimonio mundial y esta considerado Reserva de la Biosfera y Geoparque. Tiene 15.696 hectáreas y está dividido en cuatro sectores: Ordesa, Añisclo, Escuaín y Pineta. Desde Torla-Ordesa hay dos opciones para acceder al sector de Ordesa del parque nacional. En bus desde el parking o en coche (se recomienda subir temprano, antes de las 10 de la mañana). Una vez llegados al parking del parque nacional, cuya entrada es gratuita comienza el paseo. Hay diversas rutas a realizar. Nosotros en primer lugar optamos por la ruta clásica desde la pradera de Ordesa hasta la Cola de Caballo. El recorrido es circular de 17,5 kilómetros y dura aproximadamente unas 6 horas ida y vuelta, con una dificultad media. De la pradera atravesando una pista forestal nos adentramos en un frondoso bosque de hayas, encinas y abetos. Bordeando el rio Arazas llegamos a la cascada de Arripas. Seguimos ascenciendo hasta llegar a la cascada de la Cueva, en la que se puede ver tallada una gruta en la misma piedra caliza. Poco después, llegamos a la cascada del Estrecho, con un gran salto de agua encajonado entre las paredes rocosas. Continuamos la marcha contemplando las vistas de las montañas de enfrente atravesando el milenario Bosque de Hayas entre canchales de piedra. Una vez salimos del bosque, el camino desciende y vemos cómo el cañón del río Arazas se va abriendo configurando las Gradas de Soaso, una zona de cascadas escalonadas impresionantes. Tuvimos la suerte de contemplar la nieve que había caído recientemente, lo que complicó algo el camino, pero valió la pena. Desde aquí seguimos recto hasta llegar a la explanada con forma de U y unas excelentes vistas del Monte Perdido y el Circo glaciar de Soaso. Lo cruzamos hasta llegar a la Cola de Caballo.Por la tarde, volvemos a Escalona y decidimos subir hasta el misterioso pueblo de Tella para realizar la ruta de las 3 ermitas protectoras.
Tella se encuentra en una cumbre del valle de Bielsa a 1380 mts. en la comarca del Sobrarbe. Se accede a ella por una empinada carretera de curvas en zig-zag. Antes de llegar al pueblo, a 1 km. aproximadamente, nos encontramos con el prehistórico Dolmen de Tella, monumento megalítico también conocido como dolmen Losa la Campa o Piedra Vasar. Se encuentra perfectamente conservado e integrado en la naturaleza.
El pueblo esta rodeado de misteriosas montañas que invitan a viajar en el tiempo.La ruta de las 3 ermitas protectoras de Tella es una caminata circular con poca dificultad, de una hora y media aproximadamente, a través de una senda misteriosa y un paisaje impresionante. Estas 3 ermitas de origen románico, se construyeron con fines protectores en tiempos de brujería. Para comenzar partimos de la Iglesia de San Martín del pueblo de Tella y nos adentrándonos en la senda.
Después de caminar entre el frondoso bosque de Pino Rollo y Boj llegamos a la primera Ermita de San Juan y Pablo datada en el siglo XI, muy cercana al famoso saliente rocoso llamado Puntón de las Brujas o Peña de San Juan, lugar donde las brujas celebraban sus aquelarres. Las vistas son majestuosas sobre la Garganta de Escuaín, el valle del Cínca y la gran mole rocosa del Castillo Mayor.
Continuamos nuestro camino hacia la Ermita de Nuestra Señora de Fajanillas, del siglo XII. Hasta 1597 fue sede de la Parroquia del pueblo y luego pasó a ser ermita. Es la única de las tres que posee campanario. Cada 1 de septiembre con la festividad de San Gil tiene lugar la romería hasta esta ermita, con motivo de las fiestas mayores de Tella.
La última, es la Ermita de la Virgen de la Peña que data siglo XVI. Es la más joven de las tres y dispone de un increíble mirador que ofrece unas increíbles vistas, especialmente en primavera y en otoño.
En las tres ermitas se puede entrar libremente para visitar u orar. Además, todas tienen un cuaderno y un bolígrafo para que puedas registrar tus impresiones; un detalle muy bonito.Una vez finalizado el recorrido se vuelve al pueblo por el sendero.
De regreso a Madrid, tras salir de Sarvisé hemos pasado por el pueblo de Asín de Broto que se encuentra en la boca baja del valle de Broto, en lo alto de un contrafuerte de la sierra de las Coronas, delante de la boca del barranco de los Forcos.
El pueblo destaca por su famoso Esconjuradero situado al lado de la iglesia parroquial de la Virgen de la Asunción. Se trata una especie de templete rectangular cubierto con un tejado a dos aguas y abierto en varios puntos con ventanas y puertas en arco de medio punto. Estas construcciones rurales típicas en el pirineo aragonés se utilizaban del siglo XVI al XVIII para esconjurar y celebrar rituales para alejar tormentas, plagas y otros males de origen mágico.Finalizamos de momento nuestra escapada al Valle de Ordesa, al cual pensamos volver, ya que la cantidad de lugares a explorar es inmensa. Hasta pronto Huesca!
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